El amor a primera vista ha sido tema de un sinfín de debates. Por un lado, hay una postura que indica que lo que conocemos como amor a primera vista no es más que una fuerte atracción inicial, altamente motivada por el físico.
En el otro extremo hay una postura más idealizada, en donde este fenómeno se interpreta como una señal de un amor intenso y duradero. Enmarcado en este debate encontramos la historia de Julio Iglesias, un eterno galán de la música española que supo, apenas vio a Miranda en un aeropuerto, que ella sería su mujer para toda la vida.
¿Conoces o has vivido algún caso de amor a primera vista?, ¿consideras que el amor a primera vista es un buen augurio para una relación duradera?
Un inicio fugaz e inesperado
Corría el año 1990, y la carrera de Julio Iglesias se encontraba en la cima del mundo musical. Había sido reconocido hace unos años por el Libro Guinness de los récords por vender más de cien millones de discos en todo el mundo, y se encontraba en una de sus muchas giras internacionales. Una mañana de diciembre, Julio se encontraba en la ciudad de Yakarta, Indonesia, donde su vida daría un giro inesperado al ver a una muchacha holandesa esperando sus maletas en el aeropuerto.
Cuenta la leyenda que, al ver a esta muchacha, el astro español le dijo a su acompañante: “Esa va a ser mi mujer”. Julio Iglesias se acercó a ella y la invitó para que asistiera a su concierto de esa noche. La chica, tras dudar por un momento, aceptó la invitación. Así es como Julio Iglesias conoció a Miranda Rijnsburger, quien se convertiría en el amor de su vida.
La conexión entre Julio y Miranda fue inmediata. Una vez finalizado el concierto, Julio le pidió a la joven holandesa que fuera su acompañante por el resto de la gira asiática. Miranda nuevamente aceptó hacerle compañía, y una vez la gira llegó a su fin, los dos enamorados siguieron comunicándose constantemente por teléfono.
La familia de Miranda se tomó la noticia con agrado —es más, su madre era fanática de Julio Iglesias. Miranda recuerda lo fugaz que fue el comienzo de la relación al mencionar que, a fines de 1990, fue invitada al concierto de año nuevo de iglesias en Las Vegas y que, a mitades del siguiente año, ya se encontraba viviendo con el cantante en su propiedad de Indian Creek, Miami.
El comienzo de una nueva familia
Al cabo de unos años, la unión entre Julio y Miranda dejó de ser un dúo para comenzar a darle la bienvenida a sus cinco hijos. El nacimiento de Miguel Alejandro en 1997 marcaría la llegada del primer retoño, y Rodrigo lo seguiría en 1999. Luego sería el turno de las gemelas Cristina y Victoria, en 2001, antes de recibir a su hijo más joven, Guillermo, en 2007.
Esta fue la segunda oportunidad que tuvo Julio para formar una familia, luego de los tres hijos que el ícono español había tenido con Isabel Preysler. El último hijo que tuvo con Preysler, Enrique, nació 22 años antes que Miguel Alejandro, su primer hijo con Miranda. Para el nacimiento de Miguel Alejandro, Julio ya tenía 54 años.
Miranda, el pilar fundamental de la vida de Julio Iglesias
Cuando se conocieron, Miranda era una holandesa de 25 años que recién estaba incursionando en el mundo de la moda, mientras que él ya era una leyenda consolidada de la música latina con sus 47 años. Sin embargo, la diferencia de edad entre los dos nunca fue un impedimento para construir una relación tan fuerte como el acero, que solo parece volverse más estable con el paso de los años.
Julio, un hombre reservado y que suele ser de muy pocas palabras con respecto a su vida privada, es escueto pero categórico al decir: “Mi mujer es la compañera de mi vida. Yo ya no entiendo la vida sin Miranda. No me puedo imaginar que ella no esté a mi lado”.
Miranda es tanto o más reservada que el mismo Julio, ya que muy poco se sabe de su vida personal y profesional. Como ella misma ha indicado en una de sus únicas entrevistas, su incursión en el modelaje duró solo un año. Lo que sí se sabe es que Miranda es accionista y administradora de las sociedades que administran las famosas propiedades de Julio Iglesias en Marbella y Málaga. Su discreción y diligencia a la hora de llevar las riendas de la economía familiar han ayudado a que la vida privada de los Iglesias mantenga su carácter hermético.
Un matrimonio tan privado como el resto de su vida en pareja
El mundo esperaba impaciente por la noticia sobre la eventual boda entre Julio y Miranda, pero la noticia no llegaba. Julio simplemente ponía paños fríos a la situación, indicando: “En realidad, aunque parezca extraño, la razón de no habernos casado ha sido hasta por comodidad, pero en realidad no es más que firmar un papel. Por eso podemos casarnos cualquier mañana que nos levantemos y digamos en cualquier momento, ¿vamos a casarnos?”.
Y así fue. En el año 2010, y con 20 años de relación bajo el brazo, la pareja se mantuvo fiel a su estilo y contrajeron matrimonio en una ceremonia privada e íntima. Los únicos asistentes fueron sus cinco hijos y dos testigos, que trabajaban con la familia. La noticia tomó por sorpresa al mundo entero, ya que solo unos meses atrás el ídolo español había revelado que casarse no estaba en los planes de la pareja.
Aparte de la privacidad, otro de los elementos centrales de la relación entre Julio Iglesias y Miranda Rijnsburger es la independencia. Así lo han indicado los escasos reportes sobre la vida de la pareja, que indican que se encuentran viviendo en casas separadas desde los últimos años, aunque la relación se mantiene tan estable como siempre.
Julio Iglesias ha declarado en más de una ocasión que no cree en el destino, sino en las circunstancias, pero su historia de amor parece ser viva evidencia de lo contrario. Julio comenzó a componer a los 19 años, luego de sufrir un grave accidente que truncó su carrera como futbolista y que lo dejó con problemas en la espalda. Así fue como el destino terminó llevándolo al aeropuerto de Yakarta. Lo que él no sabía es que ahí lo esperaba el amor de su vida, una muchacha que también había sufrido de problemas en la espalda a causa de un grave accidente a los 19 años.