George Garrison adopta un gato “agresivo” llamado Rusty: después de que un refugio le advirtiera sobre el temperamento de Rusty, George decide llevárselo a casa, ya que ve un espíritu afín en la naturaleza rebelde del gato. Rusty muestra su comportamiento agresivo destrozando muebles y tendiendo emboscadas a George, lo que lleva a unos primeros días tumultuosos.
Después de una caída durante una persecución con Rusty, George se ríe por primera vez en años, lo que marca el comienzo de un vínculo entre ellos. Un trabajador del refugio revela que Rusty fue maltratado por su dueño anterior, lo que llevó a George a reflexionar sobre sus propios errores pasados y el duro trato que le dio a su familia.
Comienza a mostrar paciencia y amabilidad hacia Rusty, lo que lleva a mejoras graduales en el comportamiento del gato y su relación. La familia de George lo visita en Nochebuena, lo que lleva a conversaciones sinceras y al intercambio de perdón, lo que marca un paso importante en la reconstrucción de sus relaciones.
Se une a un club de jardinería y trabaja como voluntario en el refugio de animales, fomentando conexiones y continuando alimentando su vínculo con Rusty, quien se ha transformado en un compañero amoroso.